En enero de 1959 los revolucionarios toman La Habana y deslumbran la región con la propuesta de un cambio radical. En marzo de 1961, el presidente Kennedy lanza la Alianza para el Progreso como una vía alternativa para alcanzar una sociedad mejor. Por un camino o por el otro, se sembró ilusiones de las cuales no hay rastro seis décadas después.
IPSOS presentó en septiembre un trabajo comparativo en torno a seis países de la región que exhibe la desilusión profunda extendida en ellos. A la pregunta ¿dirías que las cosas en tu país van en la dirección correcta o por el camino equivocado?, en cinco de los seis la mayoría creen que su país se halla en mal rumbo (en Argentina los que piensan sumaron casi la mitad de los entrevistados: 49%). En el Perú se encontró el mayor porcentaje: 88%. Siguieron, en este orden: Chile (69%), Brasil (66%), Colombia 63%) y México (56%).
Más concretamente, en la mayoría de estos países se constató la impresión de vivir en una sociedad fracturada (Brasil, el que más: 69%) y en declive (Chile, el que más: 64%). En ambas preguntas México arrojó respuestas que no alcanzaron la mitad de los entrevistados y los entrevistados peruanos llegaron a 61% para la primera y 56% en la segunda.
Los temas que más preocupan en estos seis países son: crimen y violencia (52%), desempleo (35%), corrupción (34%) y pobreza y desigualdad (34%). En conjunto, es este un cuadro que dista mucho de las promesas del desarrollo.
En los seis países son mayoría quienes piensan que a los políticos “no les importa le gente como yo”; el Perú encabeza las respuestas con 85%. Pero la sensación de desatención se extiende a los “expertos”, de quienes en los seis países la mayoría de encuestados piensan que “no entienden la vida de gente como yo”.
La desconfianza respecto a las instituciones aparece generalizada. Para solo 21% de entrevistados en la región los jueces merecen confianza, algo más que los funcionarios públicos (16%) y los ministros (15%), y desde luego que los políticos (11%). Con saldos porcentuales comparativamente positivos —pero minoritarios— aparecen la policía (27%) y —tómese nota— las fuerzas armadas (37%). Las cinco instituciones testadas, se subraya, obtienen resultados claramente inferiores a los obtenidos en el nivel mundial.
En cuanto a cómo se evalúa la situación financiera personal, Brasil y México aparecen como los mejor situados con 31% de respuestas “bien”. En situación “difícil” se consideran los entrevistados en el Perú (54%) y en Argentina (55%). Pero la predicción del futuro inmediato se ha ensombrecido, según aparece al comparar las respuestas obtenidas en noviembre de 2024 con las de abril de 2025: en los seis países más de una cuarta parte de los encuestados anticipan este año que su “estándar de vida disminuirá en los próximos meses”. El nivel más alto de esta predicción apareció en 2025 en Argentina (30%). En el caso peruano, en solo cinco meses ese pronóstico desilusionado pasó de 16% a 24% de las respuestas.
La desesperanza ha reemplazado, pues, a la ilusión que, en un momento que hoy parece como un tiempo de quimeras, llevó a creer que era posible construir y vivir en un país mejor. De allí que tantos y tantos ahora traten de salir de la región —y, ciertamente, del Perú—, arriesgando incluso la vida, en busca de un futuro diferente.