El elenco lo encabeza Javier Milei. La representación nacional estará integrada, entre otros, por Fernando Rospigliosi, Natale Amprimo, Aníbal Quiroga, Francisco Tudela y Alfredo Bullard. Al tinte monocolor contribuyen destacados integrantes de think-tanks criollos: Ian Vásquez y Diego Macera. Se suman los invitados internacionales Cayetana Álvarez de Toledo (España) y Álex Kaiser (Chile). Y completan los mastines locales Aldo Mariátegui y Pablo Bustamante. Todos ellos reunidos en el programa de la Conferencia Anual de Ejecutivos de este año que organiza IPAE y se llevará a cabo en noviembre.

Fundado en 1959, IPAE no fue siempre esto, ni las anuales reuniones de CADE tuvieron un marcado tono ideológico. Por el contrario, el aporte institucional fue el de proveer un espacio que permitiera al empresariado mirar más allá de su propio negocio, a los temas del país que constituyen la atmósfera en la cual trabajan. Junto a esa apertura en el ángulo de mira, se buscó escuchar la pluralidad de propuestas y opciones. La presencia de candidatos de los diferentes grupos políticos se hizo usual en CADE.

Esa línea de actuación se ha evaporado. Al parecer, ahora se trata de inyectar ideología a los participantes de las actividades. Y en esa dirección, el programa recién conocido de la reunión del próximo noviembre llega a un extremo manifiestamente excesivo. Colocar a Milei en el centro del escenario es optar por una posición que, en coincidencia con Trump, es la que defienden en América Latina los sectores más reaccionarios. Recurrir a Cayetana Álvarez de Toledo y Álex Kaiser —extremistas en sus propios países— parece obedecer a un propósito: utilizar IPAE y CADE como trincheras de propaganda política de extrema derecha.

Esta degradación es una lástima. En tiempos de polarización —que son los que corren no solo en el Perú— se requiere de espacios en los que se escuche diferentes propuestas —no donde se busque adoctrinar— y se intente acuerdos y entendimientos, siquiera parciales. La reunión de CADE de este año se ha delineado claramente en la dirección contraria. Viene a ser así otra oportunidad perdida.

Pérdida que hace parte de lo que es una constante en un país que retrocede. No solo por falta de oportunidades positivas sino, como este caso revela, por el abandono de aquello que se avanzó y pronto ni siquiera será recordado.

Los asistentes, al ser tratados como acólitos, en noviembre escucharán sermones con unas cuantas recetas para potenciar rendimientos en un país descalabrado acerca de cuyos males y problemas se dirá poco. Esto es la peor versión del capital: haz ganancias y no te ocupes del resto.