El congresista Alex Flores ha presentado un proyecto de ley de reforma constitucional para que la elección de magistrados del Tribunal Constitucional se realice mediante voto popular, a propuesta del Congreso. Según lo publicado, se propone que el texto del artículo 201 de la Constitución establezca:
“Los miembros del Tribunal Constitucional son propuestos por el Congreso de la República con el voto favorable de los dos tercios del número legal de sus miembros y elegidos mediante sufragio universal.”
Y para que no quede duda acerca de cuál es la fuente de inspiración del representante de Perú Libre, la propuesta añade que los “magistrados [sic] propuestos por el Congreso” --esto es, quienes aún son candidatos y no magistrados-- quedarán “prohibidos de realizar de manera directa o indirecta cualquier tipo de campaña electoral”. Copiado tal cual de la vigente Constitución del Estado Plurinacional de Bolivia, artículo 197.
La versión acerca del origen de este mecanismo de elección popular de los magistrados integrantes de la cúpula del sistema judicial es que a Evo Morales se le ocurrió en Suiza, según cuentan sus allegados con cierto tono de orgullo. En visita a un cantón de ese país, el dirigente boliviano preguntó por la designación de jueces y se enteró de que allí eran elegidos popularmente. Probablemente se encontraba en un cantón pequeño, de aquellos que tienen unos pocos miles de habitantes.
A Evo la idea lo cautivó. Acaso sin saber que el sistema existe solo en algunos cantones suizos y en algunos estados de Estados Unidos, lo introdujo constitucionalmente para la designación de los 26 integrantes de las cúpulas del sistema de justicia. Desde entonces, la elección popular de los magistrados se ha producido en dos ocasiones, en 2011 y en 2017, y ha sido un fracaso. En ambas ocasiones, la mayoría de los votos emitidos han sido en blanco o viciados, lo que ha conllevado que los “elegidos” sumaran apenas unos cuantos miles de votos. El fracaso del mecanismo ha sido denunciado por la oposición e incluso ha sido admitido por el gobierno bajo conducción del Movimiento Al Socialismo.
¿Tiene noticia de esto el congresista Flores? Probablemente, no. Y simplemente ha sido guiado por el rechazo ciudadano ante la repartija producida en la reciente elección de seis miembros del Tribunal Constitucional y la necesidad de proponer algo distinto… o aparentarlo. Morales copió de Suiza; Flores, de Bolivia. (Entre proyectos de ley y tesis universitarias, somos país de calco y copia, contrariamente a aquello que soñó Mariátegui para el socialismo).
La razón del fracaso boliviano en este terreno es bastante obvia: la “elección por el pueblo” no engañó sino a los incautos. La clave está en que el Congreso, dominado por la mayoría gobiernista, propone a los candidatos. El resultado fue el propio de un sistema de designación política: se escoge gentes dóciles que, por eso mismo, son muy mediocres. Las instituciones bolivianas quedaron peor que antes.
En el caso peruano no hay partido mayoritario en el Congreso, y parece difícil que lo haya en el futuro previsible. Pero, como ha demostrado el caso del TC, sí se puede constituir mayoría a los efectos de repartirse el poder. Para eso existe el “cuoteo”, vieja práctica parlamentaria por la que tú pones tres, él pone dos y yo también. No importan mucho las calidades de mis candidatos o las de los tuyos. De ese manera comulgan juntos perro, pericote y gato. Porque todos ganan algo.
De modo que la “idea” del congresista Flores conduciría a otra repartija, solo que revestida como “elección del pueblo”, justificación para un discurso tan falso como las tesis bamba que en estos días se destapan.
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