En el bloque gobiernista se ha producido una fisura que, si se atiende a las reiteradas manifestaciones de Vladimir Cerrón, es bastante seria y probablemente no tenga vuelta atrás. Pero las voces de la derecha bruta y achorada, en vez de meter allí una cuña que permita estabilidad al gobierno y al país, siguen disparando indiscriminadamente contra todos sus adversarios. Por algo lleva puesta la B en el exitoso acrónimo que la perfila: es bruta.

El dueño de Perú Libre imaginó que también era propietario del gobierno y, a golpe de tuit, ha intentado imponer el rumbo de la administración a cargo de quien fue elegido como presidente. La recomposición del gabinete sin su visto bueno lo ha llevado a anunciar que los suyos no votarán por la confianza que será solicitada al Congreso y, más aún, que serán expulsados de PL aquellos que discrepan con él. Todo esto debieran ser buenas noticias para quienes hemos visto la gravitación de Cerrón como una amenaza autoritaria, propia de su formación en la Cuba de Fidel. Su alejamiento del gobierno da un respiro al país.

No obstante, para los militantes de la DBA nada parece haber cambiado. Mirtha Vásquez, cuyo desempeño al frente del Congreso ha probado su talante democrático, es descalificada como “roja” y es objeto de comentarios ridículos hasta por el peinado que usa. Aníbal Torres, el ministro que desde el comienzo ha marcado distancia una y otra vez respecto del cerronismo ganándose el calificativo de “traidor”, es descalificado con “fakes” que, sin citar fuentes, le adjudican declaraciones contra oficiales de las fuerzas armadas. Gisela Ortiz, destacada figura entre los defensores de derechos humanos, es denunciada como “terrorista”, sin reparar en que jamás ha sido señalada como senderista por la policía, ni menos aún, investigada o procesada como subversiva. Todos ellos reciben, de parte de la DBA, un trato similar al que dispensan a Cerrón.

No les interesa el rumbo del gobierno sino traerlo abajo

Para los voceros más caracterizados de la DBA, nada ha cambiado con el nuevo gabinete. Y tampoco cambiará si, como es deseable, el ministro del Interior, Luis Barranzuela, fuera sustituido. Hernando de Soto ha ido a Washington a pedir ayuda a los más derechistas en el Partido Republicano para evitar que “el Perú caiga en manos del comunismo”. Para Jorge Montoya, el nuevo gabinete “Viene a ser lo mismo, con otro estilo, otra característica, pero en el fondo es lo mismo”. La presidente del Congreso, María del Carmen Alva, en lugar de valorar los cambios ministeriales, observa: “No es normal que se cambie tan rápido un gabinete”. Patricia Chirinos carga contra Castillo, en vez de festejar su alejamiento de Cerrón. Las esposas de los marinos retirados llaman incesantemente en las redes a un golpe de estado, en la misma dirección que trazó Alfredo Barnechea meses atrás, cavando su tumba política.

El objetivo de la DBA no es estrechar los márgenes del gobierno limando sus arrebatos no democráticos. No. De lo que se trata es de vacar a Castillo y, luego, a la vicepresidenta Boluarte, para que la presidenta del Congreso los reemplace y convoque a elecciones. Es que la DBA no se siente obligada respetar las reglas del juego cuando es derrotada. Esto, en razón de que se siente llamada a gobernar, quizá por designio divino. Cualquier gobierno que no controle resulta ilegítimo y debe ser desplazado.

Por si alguna duda hubiere cabido, los tres partidos de la DBA decidieron incorporarse al “conglomerado heterogéneo” que organiza Vox en América Latina, unido por “su visceral rechazo a los gobiernos de izquierda, tanto autoritarios como democráticos”. Vox es un partido de extrema derecha que ha surgido en España para nuclear a los huérfanos del franquismo. Constituida en la organización política española integrante de la red europea de agrupaciones neofascistas, ha colocado en la agenda pública temas genuinamente reaccionarios: no a la educación sexual en los colegios, no a la inmigración y al aborto, entrega de la salud pública al lucro privado y de la educación a la enseñanza religiosa, etcétera. No importa que sus reclamos sean minoritarios –las encuestas le dan entre 10 y 15% de la intención de voto–, son actores vociferantes en la escena pública que desvían la discusión política hacia la derecha, respaldándose en algunas decisiones judiciales complacientes con sus alegatos. Como parte de un plan de la derecha internacional, han extendido sus actividades en América Latina a fin de constituir una red anticomunista –cuando el comunismo se ha extinguido– a la que adhieren Fuerza Popular, Renovación Popular y Avanza País, cuyos dirigentes son firmantes de la Carta de Madrid.

Esa inscripción los sitúa en una orientación gestada en una época en la que la Unión Soviética y Estados Unidos protagonizaban la guerra fría, al tiempo que Cuba promovía “uno, dos, muchos más Vietnams”. Tal filiación cavernaria es la que impedirá aceptar los lineamientos de gobierno correspondientes a los diez ejes de la política general de gobierno para el periodo 2021- 2026, aprobados por un decreto supremo publicado el sábado 16 de octubre en el diario oficial. Una propuesta razonable y sensata, aunque poco realista en algunos aspectos, que no proyecta estatizaciones ni hace suya la bandera de una asamblea constituyente, pero que probablemente ni siquiera será leída por los actores de la derecha, obsesionados como están por recuperar el control del poder que perdieron en las elecciones de este año.

¿Los empresarios los llamarán a la sensatez?

La DBA no acepta haber sido derrotada por el voto popular. Ante las cifras, inventó el cuento del fraude para demostrar el cual, según sus propios voceros admitieron, no tenían pruebas. Luego vino el fantasmón del comunismo –al que contribuyeron con soltura irresponsable los principales dirigentes de Perú Libre– y ahora, ante un programa de gobierno bastante cuerdo, seguirán aferrados a que “todo es lo mismo” para sembrar obstáculos con el fin de descabalgar a Pedro Castillo.

La derecha bruta y achorada, al converger con una izquierda también bruta y achorada, se erigen hoy en día como el mayor obstáculo para que el país se recupere de una crisis, tanto política como de salud, que lo ha postrado. El sector empresarial –interesado, como tiene que estar, en que la economía funcione y los negocios prosperen– debe haber tomado en cuenta la ratificación de Julio Velarde al frente del BCR y la baja del dólar. Es hora de que promueva, entre quienes ofician como sus mandatarios en la escena política, un posicionamiento pragmático que permita a sus intereses salir adelante sobre la base de cambios sociales impostergables.